martes, 6 de marzo de 2012

Las excusas

Voy a comentar la frase de la página principal de mi blog:  "De lo que te cuentan, no te recomiendo que te centres en desmentir en lo que se equivocan, sólo coge la parte que hay de verdad para ti en dichas palabras".


Cuando te cuentan algo solemos negar lo que nos dicen, solemos desmentir lo que el otro habla porque se equivoca en gran parte, solemos no escuchar porque estamos muy pendientes de defendernos o exponer al otro nuestra parte de razón. ¿Por qué no probamos otra cosa?


De todo lo que nos dicen, siempre hay una parte, aunque sea pequeña, que es cierta. Pues bien, en vez de malgastar nuestra energía en excusas, ¿por qué no escuchamos y vemos en lo que dicha persona tiene razón y sólo nos quedamos con eso? quizá aprendieramos algo...

Lo que ocurre no es ni bueno ni malo, depende de lo que elijas

Hay cosas que nos ocurren que son malas y otras que son buenas. O eso dice mucha gente, pero creo que es mentira.
Pepe y Antonio son vecinos y un día, Antonio se encuentra un caballo. Pepe se lamenta de su mala suerte,  que nunca se encuentra nada, y de la buena suerte de Antonio.
Al día siguiente el hijo de Antonio se cae del caballo y se parte una pierna: "pobre Antonio, ahora su hijo no le puede ayudar, con la falta que le hace, qué mala suerte ha tenido".
El miércoles llega el ejército reclutando jóvenes y, como el hijo de Antonio está escayolado no lo reclutan...

¿Qué cosas de las que nos pasan son buenas y cuáles malas? Si de todas maneras no podemos cambiar el hecho de que me he roto una pierna, ¿por qué no dejo de lamentarme y empiezo a tomármelo bien, disfrutando cuanto antes lo que me brinda la nueva situación?. Quizá lo que me ocurre es buenísimo si supiera que mañana vendrá el ejército... si tengo la pierna rota puedo pararme a leer, a relajarme... Si lo hemos escuchado de siempre "no hay mal que por bien no venga". Si la gente lleva diciendo esto años, será por algo, ¿no?

La vida es mucho más sencilla si pensamos que todo lo que ocurre es por nuestro bien. Las cosas que parecen menos favorables también pueden ser trampolines que te hagan pensar, que te replanteen las cosas de aquí en adelante. Quizá si no me ocurre la catarsis no soy capaz de salir de mi burbuja.
Por otro lado, aunque no creamos que un orden bueno y adecuado existe, la lógica también nos da la razón: si puedo cambiarlo cámbialo, pero no te lamentes, y si no puedo, tampoco te lamentes, cuanto antes aceptes lo que hay, antes inicias tu cambio (al final volvemos a lo mismo: creo que es necesario a veces algo "malo" porque es la única manera de que nos movamos de nuestra inmovilización). A ver si esta crisis va a ser un simple espolón para que reaccionemos...

Y, por otro lado, lo malo de no saber tomarse las cosas es que se lo enseñamos así a nuestros hijos: Tenemos un ascensor en casa que da muchos problemas y, cada vez que hay un problema nuevo, pues yo me desespero, la verdad. Hace un par de días mi hija y mi pareja se subieron en él y tuvieron un problemilla también, Carla, extrañada, miró al padre y le dijo "papi, ¿no te enfadas?".
¿Para qué narices me enfado con algo con lo que no puedo hacer nada, al menos en ese momento? ¿a quién hago mal con mi enfado, a la empresa de ascensores o a mí misma, que me cambia la cara y el ánimo? ¿por qué decido coger el camino del enfado en vez del camino sencillo? quizá porque eso es lo que he aprendido: que cuando te ocurre algo que no te gusta te enfadas y es lo normal. Perdona, no es normal ser idiota (porque hacerse daño a uno mismo es muy idiota), y si lo aceptamos como normal es que somos idiotas y, además conformistas.
Ya vemos que los hijos, sobre todo, están para ponernos de frente nuestras idioteces.

Hace poco me contaba una amiga: Hace tiempo volvía a casa después de un largo día y estaba realmente cansada. Mi hijo pequeño me pidió que lo bañara y la verdad, eso era casi lo último que me apetecía hacer en aquel momento, pero lo intenté. El niño estaba esa tarde bastante revoltoso, tiraba el agua fuera, me mojaba... al cabo de un rato se paró y me dijo "mami, ¿qué te pasa? llevo un rato tratando de hacerte reír y no te ríes...".
Ahora ponte en el lugar del niño, y piensa cómo se sentiría si le hubiéramos reñido, gritado, etc. Sólo piénsalo, las excusas me las dices mañana después de haber pensado :).

No hay nada malo, sólo depende de cómo nos lo tomemos porque todo, al final, es para nuestro beneficio.