lunes, 22 de octubre de 2012

Resolución de conflictos

Ya he escrito otras veces sobre el respeto. Respeto significa, entre otras cosas, no tratar mal. Cada uno diría que no trata mal ni a su pareja ni a sus hijos ni a sus alumnos, pero, si hay frases que no le dirías a tu jefe o a tu vecino, es que tampoco son adecuadas para tus hijos, tu pareja, tus alumnos, etc.
También con uno mismo, hay veces que nos decimos unas cosas... que si se las dijéramos a otros nos dejarían de hablar (o deberían si no lo hacen).

Pero comencemos con el tema de hoy: resolver conflictos.

A la hora de vivir el día a día y resolver las situaciones que nos van saliendo, sólo tenemos que ser conscientes de cómo estamos. Es decir, si acabo de resolver una situación y creo que de manera justa, pero estoy airada, tensa, cabreada, triste, etc... es que no la he resuelto debidamente, y mi cuerpo (o mi corazón) me lo indican. A veces no les hacemos caso a estas señales, porque desde la cabeza hemos obrado "con justicia", pero sería bueno que le hiciéramos caso ya que en ello va nuestra felicidad. Si resolvemos los conflictos conforme a mi corazón y me siento bien al resolverlos no se me acumulan malos sentimientos, que luego pueden producir enfermedades; al fin y al cabo, si me quedo triste o enfadada, es una energía chunga con la que me quedo, que me como, y tiene que salir por algún lado, si como mucho de este mal rollo, terminaré enfermando...es como comer algo que no sienta bien, la primera vez mi cuerpo está fuerte y puede con ello, cuando lo comemos mucho termina afectándonos.

Con los niños es mucho más fácil acertar. Porque son más nobles y porque no queremos hacerles daño (si estamos sanos). Cuando un niño hace algo que no está bien (por ejemplo, pegar a otro niño) podemos optar por dos vías: 
Regañar al niño. Hacerle sentir lo suficientemente mal por su comportamiento que no quiera repetirlo. Este "suficientemente mal" puede ser por la coacción, por la fuerza, o por hacerle sentir miserable o culpable por su comportamiento. 
Si le hicimos sentir esto la última vez que hizo algo que no estuvo bien, el niño intentará no hacerlo más porque está asustado de que le peguen o le griten, porque no quiere que le ridiculicen, etc. Pero, ¿lo hará también cuando nosotros no estemos delante? 
También podemos tratar de hacerle ver lo mal que el otro niño se sintió cuando le pegó. Pero si lo hacemos desde la culpa, el niño se sentirá culpable, y eso es algo que no nos gusta a ninguno, y lo evitamos. El niño también lo va a evitar. Si hace falta mentir para que no me hagan sentir culpable, lo haré. Sentirse culpable no gusta, y el niño lo va a evitar como pueda: negando que ha sido él o cerrándose a escuchar unas palabras de nuestra boca que le hieren. El niño tiene que defenderse de esa emoción chunga que le estamos haciendo sentir.

La otra opción es tratar, con amor, de empatizar con él y preguntarle por qué ha hecho lo que ha hecho. Cuando empatizamos con el niño desde el amor, él se siente querido y respetado y se crea una conexión entre él y nosotros. Ya no hace falta que él cierre sus oídos a lo que le decimos que le hace daño ya que ya no le hace daño, y está abierto y dispuesto a escucharnos. Y si nos escucha, le podemos tratar de explicar o guiar para que empatice con el otro niño al que acaba de herir. Cuando empatice con su "víctima" le pedirá perdón.
Pasos para usar esta opción: lo primero, una vez estamos con el niño, es no querer hacerle sentir culpable. Atraer al niño pero no para reñirle, sino pensando y sintiendo que es una persona maravillosa y que te sorprende que haya hecho daño a alguien. Él se sentirá amado y respetado y, entre los dos, podéis averiguar porqué ha querido hacer daño al otro niño. A veces la ira que ha salido con el otro niño no tiene nada que ver con él sino que está enfadado con papi o mami o su herman@, etc y, al estar lleno de ira, lo ha volcado con uno que ha pensado más débil. Pero así nos ayuda a él y a nosotros como educadores, a determinar de dónde viene la ira y él mismo se da cuenta que haber pegado no lo soluciona ni le ayuda.
Esta solución se puede aplicar a cualquier persona, no sólo a los niños. Pero los niños tienen sus barreras más bajitas (por eso es más fácil hacerles daño y por eso tenemos que tener más cuidado de no hacérselo) con lo que más fácilmente la desmontan, se acercan a ti y comprenden que lo que han hecho te pone triste a ti y a ellos mismos. Cuanto más mayores y más daño han recibido, más altas sus murallas y más difícil desmontarlas. Pero no imposible. Cuanto más fuerte sea el amor con el que contamos, más fácil caerá la barrera que nos separa, y mejor podremos empatizar con el mal sentir del otro (porque cuando uno pega o hace algo malo es porque no estaba bien antes de hacerlo, si nos sintiéramos felices no pegaríamos, ni gritaríamos...).
Porque primero hay que empatizar con la persona que ha hecho algo malo para que luego esa persona quiera empatizar con tu ayuda con la persona que agredió.

Ahora, quizá se os pasen muchas ocasiones por la cabeza en la que queréis que vuestro hijo (u otra persona) se comporte de otra manera a como lo hizo y, en esas ocasiones, antes de poder aplicar esto, hay que determinar si lo que hizo el niño es realmente "malo" o es que, simplemente, no me conviene.

Porque, si lo que ocurre es que no me conviene (empecemos a ser sinceros con nosotros mismos aunque cueste un poquito...) quizá nos ayude este otro texto por ahora:

http://www.webislam.com/articulos/29776-la_comunicacion_compasiva_y_nuestros_hijos.html

Si a alguien le funciona, o no le funciona, podéis escribir aquí algún comentario :)