domingo, 30 de enero de 2011

Musaka

  • tomates
  • berenjenas
  • patatas
  • leche (700gr), harina (integral) (70gr), nuez moscada y aceite de oliva (60gr) para la bechamel.
  • Queso

Las cantidades de los ingredientes dependen del tamaño de cada fuente. Es hacer rodajas de estos alimentos para que cubran la fuente adecuadamente.

  1. Se ponen a remojar en agua con sal las berenjenas cortadas en rodajas (este paso me lo he saltado alguna vez y no ha pasado nada y otras resultó que las berenjenas estaban amarguillas).
  2. Se ralla el queso (está puesto aquí en la receta para que la thermomix esté limpia, después de la bechamel habría que secarla y todo...).
  3. Se meten las patatas en el micro para que se "casi" cuezan.
  4. Se cocinan las berenjenas: o en la plancha mientras se hacen las patatas o en el micro (5 min). No he apreciado diferencia en el sabor.
  5. Se pelan las patatas (que están algo duras aún), se cortan en rodajas y se ponen de base en una fuente y se echa un poco de sal.
  6. Se ponen encima las rodajas de tomate. Otro poco de sal.
  7. Se ponen encima las rodajas de berenjena.
  8. Se echa encima la bechamel 
  9. Encima el queso.
  10. Al horno, 180º unos 35 min aprox.

Casi mejor de un día para otro.
Se puede congelar.

domingo, 23 de enero de 2011

Madalenas integrales

  • 2 huevos
  • 125 gr fructosa
  • 125 gr harina integral de centeno (si usamos harina integral de trigo no echaremos el zumo)
  • 125 gr de aceite oliva virgen
  • ralladura de 1 o 2 naranjas
  • 75 gr de zumo de naranja (puede ser un poco más o un poco menos)
  • 1/2 cucharada de bicarbonato

  1. Se baten los huevos con la fructosa (o azúcar de caña).
  2. Añadir la harina con el bicarbonato (dicen que se mezclen antes estos dos, yo no lo hago). Mezclar.
  3. Añadir la ralladura, el zumo y el aceite. Mezclar.
  4. Echarlo sobre los moldes de madalenas o sobre un molde de bizcocho forrado con papel vegetal.
  5. 30 min a 180º o hasta que lo pinchemos y salga limpio el pincho.

Yo hago el doble de cantidad y lo distribuyo en 2 moldes. Luego congelo 1 (aún caliente).

Bizcocho integral de zanahoria

  • 250 gr zanahorias.
  • 125 gr aceite de oliva virgen
  • 200 gr azúcar caña integral
  • 4 huevos
  • 200 gr harina integral
  • 1/2 cucharadita de bicarbonato

Lo hago con la thermomix pero supongo que será casi igual de sencillo sin ella.
  1. Se trituran las zanahorias con el aceite.
  2. Se añaden los huevos y el azúcar y se mezcla.
  3. Se añade la harina con el bicarbonato (yo no los mezclo antes aunque en todas las recetas dice que se tienen que mezclar antes de añadirse al resto de ingredientes; yo no lo hago y no puede estar más bueno).
  4. Verter en un molde con papel vegetal (en la receta original decía "en un molde engrasado")
  5. 30 min a 180º o hasta que lo pinchemos y salga limpio el pincho.
Dejar reposar 1 horita tapados con un trapo.

Yo hago el doble de cantidad y lo distribuyo en 3 moldes. Luego congelo 2 (aún calientes).
Últimamente he sustituido la mitad del azúcar por una cucharadita no colmada de estevia y sale muy rico también.

martes, 11 de enero de 2011

Lasaña de calabaza

(También sale buena con un poco o un menos de esto o aquéllo)
  • 2 puerros, o cebolla o mezcla.
  • 400 gr aprox de calabaza.
  • 1 paquete de seitán (300 y pico gramos)
  • bechamel
  • queso

Se cortan los puerros a rodajas y se sofríen unos minutos.
Se corta la calabaza en trozos y se añade al puerro y se sofríen otros minutos.
Añadir nuez moscada y sal.
Añadir el seitán en trozos y sofreír un par de minutos más.
Echar esta pasta con tropezones sobre las placas de lasaña (yo uso planchas precocidas verdes).
Añadir la bechamel (yo la hago con harina integral y, a veces, con leche de soja en vez de leche) (la bechamel lleva harina, leche, nuez moscada y sal) y, encima, el queso.
al horno 180º 30 o 40 min.

lunes, 10 de enero de 2011

El respeto a tí mismo y a los demás

Cuando me cabreo, contra el primero que atento es contra mí mismo, porque me pongo de una mala leche... Vamos, que no soy feliz cabreada, ¿por qué decido cabrearme entonces? porque me han enseñado a cabrearme cuando pasa esto o lo otro, porque no lo acepto y, por eso, me cabreo.
Pero, ¿para qué cabrearse? si se puede solucionar, se soluciona y ya no me cabreo. Si no se puede, ¿de qué me sirve cabrearme?
Probablemente vimos que nuestra madre o padre se cabreaba ante ese tipo de cosas y decidimos que, si lo hacían papi y mami, que eran las personas más importantes del mundo, debía ser el comportamiento correcto y empecé a copiarlo hasta que ya no me daba cuenta de hacerlo.

Ya dicen en muchos estudios que cuando generas pensamientos negativos se crean muchas substancias chungas en tu organismo, es decir, atentas contra ti mismo en primer lugar.
Aunque eso ya lo sabíamos porque nadie es feliz estando cabreado.
Hay gente que se ha hecho dependiente de las susbtancias que generan los cabreos y por eso necesita estar todo el día cabreado, pero eso no le hace feliz.
Ante cualquier situación en la que vayamos a cabrearnos, elijamos: estar de mal humor o no estarlo; atentar contra mi propio cuerpo, alterarlo, y atentar ya de paso contra el de otros.
Aprendamos a respetarnos a nosotros y a los demás, incluidos los más débiles que no se defienden ante nuestra mala leche. Hablar mal a tus hijos es más importante de lo que pueda parecernos porque a ellos les llega a parecer normal, les acostumbramos a que les hablen mal y no se den cuenta. ¿No nos sorprenden adolescentes a los que su pareja o amistades les hablan fatal? Se han acostumbrado a que les hablen mal. Sus progenitores probablemente les hablaron mal y se suponen que les querían con lo que, si esta pareja me habla mal, lo mismo también me quiere...

En resumen, tratémosnos con amor, démosnos mucho amor y respeto. Si algo de lo que hago me pone de mala leche voy a repensarme por qué narices lo hago, porque siempre se puede hacer otra cosa. Quizá para la sociedad hacer eso sea lo correcto pero para mí no debe serlo si me siento mal.

Cuando uno se trata bien a sí mismo y se da amor del bueno, es mucho más fácil dárselo a los demás porque, como te sientes tan querido (aunque sea de primeras por tí mismo) estás todo el día de buen rollo y das más amor a los demás (fíjate que, cuanto más te quieres de verdad, más quieres a los demás, no se acaba nunca) y claro, si das amor del bueno, lo recibes multiplicado.

No seamos rácanos, demos amor y, si nos cuesta aún, demos sonrisas, a los demás y, por supuesto, a nosotros mismos y, al que no nos quiera, démosle una sonrisa aún más grande en vez de darle la llave que controla tus cabreos. Esa llave la vamos a tener nosotros y vamos a pensárnoslo de veras si quiero dejar de ser feliz y cabrearme cada vez que el cabreo llame a nuestra puerta trayendo un montón de razones más o menos estúpidas para que le abramos. Vamos a reírnos de él en vez de abrirle la próxima vez porque ya no me controla. Y, cada vez, la cesta donde guardaba esas razones nos parecerá más pequeña y casi estúpida.

No dejemos que nadie pueda hacernos infelices con sus actos y mucho menos con sus palabras. No se trata de que la gente deje de respetarnos y pueda decirnos lo que quiera sin que les monte un pollo. Es todo lo contrario. Es sonreír si alguien quiere que me cabree, reírme de que no lo consigue. Y no lo consigue porque, ante todo, me respeto a mí mismo y no quiero dejar de ser feliz por las palabras de otro. Ante seguirte el rollo y cabrearme y dejar de ser feliz, elijo justo lo contrario: seguir siendo feliz, reírme de tí y contigo. Me río de la parte de ti que ahora te domina y que quiere que ni tú ni yo seamos felices porque, al menos yo, ya no le sigo el rollo, y me río contigo para ayudarte a que tú tampoco te dejes llevar por esa parte cabreada.

Me puedes decir lo que quieras que, me respeto tanto, que elijo seguir siendo feliz y sonreír.

Esto último puede resultar más sencillo con un poquito de hoponopono (buscad por ahí lo que es).

Si te ha gustado esto que he escrito o te ha resonado por dentro un poquito es porque tu cuerpo está hasta las narices de no ser feliz y vivir enfadado. Para ayudarnos a no cabrearnos hay un libro excelente "Un mundo nuevo, ahora" de Eckhard Tolle.

Con mi mejor sonrisa, para el que le guste y para el que no.

domingo, 9 de enero de 2011

Los niños saben latín

Lo de que los niños son muy listos y saben latín ya lo hemos oído muchas veces. Es cierto que te conocen, y cada vez saben mejor cuáles son tus puntos débiles, pero igual que tú sabes los suyos y eso no te convierte en un ser maquiavélico que sólo quiere salirse con la suya y hacer lo que te da la gana. Aunque sepas los puntos débiles de tu hijo y, de hecho, los utilizas todo el rato para conseguir que haga lo que tú quieres, sigues siendo buena persona, sigues amando profundamente a tu hijo y te encanta que te de un besito.
Entonces, si tu hijo de vez en cuando sabe tus puntos débiles y trata de usarlos, al igual que los usas tú, para conseguir algo de ti, ¿por qué nos dicen que tengamos cuidado, que el niño hace con nosotros lo que queremos, que se está aprovechando? ¿por qué no le dicen al pobre niño "ten cuidaíto con tu madre, que te engaña cada dos por tres"...

Sigamos pensando: si tú tienes una pareja, unas veces decidirás tú y otras decidirá tu pareja o, por lo menos, será por consenso. Quiero decir, si tu pareja no quiere ir a donde tú quieres lo normal es que lo habléis, veas si realmente te quieres ir a ese sitio o, si es tan importante para tu pareja, pues te quedas, que tampoco es tan importante lo que ibas a hacer en el centro comercial. Desde luego, lo que nunca harías sería cogerle fuerte del brazo, meterle en el coche con cuatro gritos diciéndole que te tiene harta y que no vas a hacer lo que al maridito le plazca, que no faltaba más. Todo esto mientras sonríes a la vecina y, además, le dices lo insoportable que a veces se pone tu marido...
La vecina correría a contarle a la otra vecina el poco respeto que le tienes al pobre de tu marido, que lo tienes anulado, que no te lo mereces, que porque el pobre hombre no quería quedarse sentado en la silla la que le has montado... Vamos, que no estás bien de la cabeza.

Si mi hijo quiere levantarse en el restaurante, ¿por qué le tengo que obligar a que no haga lo que le apetece hacer? ¿por qué mi niña es buena sólo si está sentadita y no dice ni mu (si fuera mi marido dirían que es un aburrido, no que es bueno)? ¿por qué mi niña sólo es buena si hace lo que yo le digo y no lo que quiere ella, como todo hijo de vecino? ¿os gustaría una persona que hace lo que le dicen los demás y que no expresa su opinión y nunca la hace valer? Pensaríamos "pobre persona". Pues mi niña no es una pobre persona y a veces le apetece quedarse un rato más en el parque y a veces no le apetece quedarse sentada en el restaurante. Y me niego a decir que mi niña es muy mala. Mi niña es un encanto y, como todo el mundo, intenta hacer lo que le apetece, como yo, y también soy buena persona.
A veces hay conflicto entre lo que ella quiere y lo que yo quiero y entonces, aquí entran mis dotes maquiavélicas para engañarla con algo que hay en casa, con algo que le gusta. Vamos, que me la trato de llevar al huerto, y sigo siendo buena aunque haga estas cosas, que conste. Y si no se puede porque de veras hay una razón por la que no se puede, intento que, el hecho de que no se pueda quedar sea lo menos traumático posible, manteniendo la calma, cantándole... pero, ante todo, entendiendo que ella quiere estar allí mucho y por eso, no por fastidiar ni porque sea una niña insolente, se encabezona en quedarse allí.

Lo que trato de decir es que no debemos obligar a los niños a acatar las normas estúpidas del mundo de los adultos porque con eso, no les estamos respetando. Ellos pueden querer algo distinto a lo que yo quiero, y si no obligo a mi pareja ni a mi amiga a hacer lo que yo quiero porque les respeto, debería hacer lo mismo con mi hija. Sólo si yo le enseño el respeto a ella, ella aprenderá a respetar. Si yo la trato por la fuerza ella hará lo mismo porque lo ha aprendido de mí.

También hay que respetarse a uno mismo y no hacer siempre lo que tu marido o lo que tu vecina o lo que tu hijo/a quiere que hagas, llega al equilibrio. Pero no llegues al equilibrio a voces ni imponiéndote ni hablando mal a tu hijo, respétate y respétale.

Siendo como soy profe, intento siempre respetar a mis alumnos, aunque les suspenda porque creo que tiene que ser así, con eso no les estoy castigando ni diciendo que sean malas personas, que no lo son, les quiero pero, a veces, las cosas no son como a uno le gustaría. A veces ellos se enfadan pero yo les sigo queriendo y respetando y entendiendo que no estén de acuerdo conmigo: yo lo he hecho casi lo mejor que puedo. Y digo casi porque siempre se puede mejorar y de hecho, cada vez que no me encuentro en paz conmigo pienso si lo que acabo de hacer era la mejor opción.

Tomemos la decisión que tomemos, hagámoslo respetándonos a nosotros mismos, lo primero, y respetando a todos los demás, incluidos los niños, los nuestros y los de otros. No hablemos a los niños como no nos gustarían que nos hablaran a nosotros. Si no le diríamos a nuestra amiga "estás insoportable hoy, eh" tampoco se lo digamos a nuestros hijos. Que no se acostumbren a la violencia del lenguaje porque entonces, ellos la usarán también contra otros y el mundo será más feo en lugar de ser más bonito.

Los niños nacen como un cuenco vacío, si tú los llenas de amor, ellos serán amor. Si los llenas de reproches, malas palabras, ironías y les obligas por la fuerza, ellos, a su vez, obligarán al que puedan por la fuerza, hablarán con ironía y reñirán, aunque al principio no lo entiendan (¿nunca has visto a un niño reñir a su muñeca y pegarle? hace lo que le hacen a él/ella, está repitiendo, está sacando de su cuenco lo que nosotros hemos metido antes).

Un libro precioso y divertido al respecto es "Cómo cuidar a tus hijos con amor" de Carlos González. Confieso que mucho de lo que expongo en este blog ha sido inspirado y a veces copiado de sus libros. No me importaría escribir tan claro y divertido como él:)

sábado, 8 de enero de 2011

Usando la fuerza y la imposición con nuestros hijos

¿Está bien visto que peguemos a un hijo de 30 años? Si hace algo que está mal, está mal. ¿Y si tiene 18? ¿y 17? ¿y 3? ¿por qué está bien visto pegar a un niño de 3 años? Porque no se puede defender. El de 30, apelará a que le debes respeto y que ha sido su decisión hacer eso, por muy mala que nos parezca. El de 18 apelará a lo mismo. Al de 17 tampoco nos parece bien pegarle porque sabemos que herimos su orgullo y, además, si la cosa está chunga, sabemos que nos la puede devolver, entonces. ¿por qué no le debemos el mismo respeto a un niño de 3 años?

Un niño se sube a la escalera, su mamá le pega, el niño no sabe qué ha hecho tan grave: todo el mundo sube dicha escalera, ¿por qué no él?
Al día siguiente, la madre hace algo que al niño no le gusta (se queda hablando con una amiga cuando el niño se quiere ir, por ejemplo), el niño va y le pega: el niño aprende que sí tú haces algo que a mí no me gusta, entonces te pego.
Si el niño ve a otro niño que hace algo que a él no le gusta (tocar su muñeco, por ejemplo), lo que ha aprendido es que puede pegar. Tú le puedes decir que eso no lo haga, pero el niño aprende más de lo que ve hacer que de lo que escucha.

La frase de “esto me duele más a mi que a ti” ya nos debería indicar que no deberíamos pegar a nadie, ni a un adulto, porque nos merece respeto, ni a un niño, porque nos merece el mismo respeto.
Si algo que hago no lo hago sintiéndome feliz es que mi interior lo rechaza y no lo debería hacer, diga la sociedad lo que diga.
Nuestro interior, que no se encuentra bien teniendo que pegar a nadie (pegamos cuando estamos cabreados y no solemos estar felices y cabreados al mismo tiempo), ya nos dice que eso no está bien. La sociedad puede justificar que es necesario pegar, también la sociedad justifica las guerras y eso cada día nos rechina más (quizá no sea la sociedad sino unos pocos que nos quieren manipular y nos tratan de convencer de algo que tu interior te dice que no está bien).

La frase de “un azote a tiempo”, antes se podía usar con la mujer, ahora, ya respetamos más a la mujer y no lo podemos decir ni hacer ¿por que se puede usar aún con los niños?

Antiguamente se podía pegar a otros humanos, porque eran esclavos y no merecían nuestro respeto, hasta que avanzamos o los esclavos se revelaron y consiguieron nuestro respeto. Hasta hace poco podíamos pegar a la mujer, hasta que han conseguido nuestro respeto, ¿cuándo vamos a empezar a respetar de igual manera a los niños, a los animales y al planeta tierra? ¿necesitará revelarse el planeta contra nosotros para que empecemos a respetarlo? Quizá ya haya comenzado a revelarse.
Somos una humanidad torpe, o más bien, cómoda, no queremos respetar al resto para poder seguir aprovechándonos sin necesitar justificación.
Respetemos a todos: a otros hombres, a nuestras mujeres, a nuestros hijos y a nuestra preciosa tierra.

Obligar a los niños a comer.

Un pediatra me dijo un día: “Ahora dicen que es mejor empezar a dar de comer papillas a los bebés a los 6 meses pero sé de muchas madres que empiezan a esa edad y, como el niño/a ya está fuerte, se pone farruquito y no quieren comer con lo que yo te recomiendo que empieces a los 5 meses y...” me recomendó el nombre y la marca del potito que era mejor empezar a darle a mi niña a los 5 meses.

La verdad es que me quedé perpleja.

Si a los 6 meses el niño ya está más fuerte y rechaza la comida, ¿es porque le da la gana fastidiar a su madre y al pediatra o es que su instinto le dice que no quiere comer esa comida y prefiere seguir comiendo teta, que es lo que su instinto le dice?

Como a los 5 meses no es tan fuerte, no se queja, y por eso nos aprovechamos para meterle algo que, por instinto, muchos niños rechazan más tarde. Interesante.


Obviamente me pareció bastante raro y muy chungo que me aconsejara empezar por una marca de potitos en vez de por comida que yo le hiciera que, obviamente, iba a ser siempre mejor.

A veces me pregunto cómo les salen a las empresas los potitos de frutas tan dulcecitos sin añadirle azúcares como pregonan... Sospechoso.

¿Quién quiere que el niño se acostumbre a un determinado sabor en vez de a lo que yo pueda prepararle en casa para que luego me rechace lo de casa y así siga “enganchado” a dicha marca?

Cualquiera diría que a los médicos les pagan las jornadas y charlas y sus respectivos hoteles y comidas y les dan regalos las empresas de alimentación y farmacéuticas... Ahh, ¿que es normal que lo hagan? Vaya...


También me pregunté: la naturaleza debe ser medio idiota, mi niña debe comer carne, y 10 cereales, y verduras ¡y no le ha dado dientes!! Menos mal que hemos inventado la batidora y ya podemos dárselo que si no... hemos estado miles de años subalimentándonos...

A los animales del zoo intentan darle de comer lo que los animales comen en la naturaleza, y a las vacas, vegetarianas por naturaleza, cuando les empezamos a dar pienso hecho de carne, les salió la vaca loca... Si los hombres viviéramos “en libertad” no comeríamos ciertos alimentos hasta que, al menos, tuviéramos dientes para masticarlos, ¿por qué ahora nos quieren convencer que son necesarios si miles de años hemos vivido sin ellos? me pregunto.


Ante la duda, hago caso del pediatra y de lo que me dicen los demás, no sea que me equivoque y le pase algo a mi niña. Eso lo saben bien las empresas de biberones y potitos y por eso manipulan a las madres y a los pediatras, que son personas de carne y hueso, tan sabios y manipulables como tú o como yo (que no digo yo que lo hagan a mala uva, eh, muchos dicen lo que de veras creen que es mejor pero, como tu madre o la mía, se pueden equivocar).

Yo he hecho caso a otros pediatras menos habituales pero igual de buenos que me decían que mi hija podía estar con leche materna hasta el año o más sin problemas. Probé, porque mi instinto me decía que lo de los dientes y lo de los niños rechazando la comida a los 6 meses no era normal.

Mi hija ha estado comiendo teta (y sigue) hasta que, ella misma, al tener dientes y hacerse mayor y escuchar a su cuerpo, ha empezado a comer otros alimentos. Es decir, ha empezado a comer otros alimentos cuando su cuerpo y su boca han estado preparados para recibir dicho alimento. Se ha saltado la farmacia y los potitos, la comida especial y las complicaciones. Como me dice mi madre: “así sí que es fácil criar a un hijo, tú no te has preocupado como nosotras en qué comida especial le hago a mi niño hoy, y triturárselo, etc”. Efectivamente, le he dado teta (y sigo, puede que me consideréis extremista pero creo que es lo más cómodo para las dos, lo más barato y lo más sano) hasta que, además, me ha pedido, con sus manitas regordetas y sus ojillos redondos coliflor; y garbanzos; y ahora, con su voz dulce “pitachio”.