sábado, 8 de enero de 2011

Obligar a los niños a comer.

Un pediatra me dijo un día: “Ahora dicen que es mejor empezar a dar de comer papillas a los bebés a los 6 meses pero sé de muchas madres que empiezan a esa edad y, como el niño/a ya está fuerte, se pone farruquito y no quieren comer con lo que yo te recomiendo que empieces a los 5 meses y...” me recomendó el nombre y la marca del potito que era mejor empezar a darle a mi niña a los 5 meses.

La verdad es que me quedé perpleja.

Si a los 6 meses el niño ya está más fuerte y rechaza la comida, ¿es porque le da la gana fastidiar a su madre y al pediatra o es que su instinto le dice que no quiere comer esa comida y prefiere seguir comiendo teta, que es lo que su instinto le dice?

Como a los 5 meses no es tan fuerte, no se queja, y por eso nos aprovechamos para meterle algo que, por instinto, muchos niños rechazan más tarde. Interesante.


Obviamente me pareció bastante raro y muy chungo que me aconsejara empezar por una marca de potitos en vez de por comida que yo le hiciera que, obviamente, iba a ser siempre mejor.

A veces me pregunto cómo les salen a las empresas los potitos de frutas tan dulcecitos sin añadirle azúcares como pregonan... Sospechoso.

¿Quién quiere que el niño se acostumbre a un determinado sabor en vez de a lo que yo pueda prepararle en casa para que luego me rechace lo de casa y así siga “enganchado” a dicha marca?

Cualquiera diría que a los médicos les pagan las jornadas y charlas y sus respectivos hoteles y comidas y les dan regalos las empresas de alimentación y farmacéuticas... Ahh, ¿que es normal que lo hagan? Vaya...


También me pregunté: la naturaleza debe ser medio idiota, mi niña debe comer carne, y 10 cereales, y verduras ¡y no le ha dado dientes!! Menos mal que hemos inventado la batidora y ya podemos dárselo que si no... hemos estado miles de años subalimentándonos...

A los animales del zoo intentan darle de comer lo que los animales comen en la naturaleza, y a las vacas, vegetarianas por naturaleza, cuando les empezamos a dar pienso hecho de carne, les salió la vaca loca... Si los hombres viviéramos “en libertad” no comeríamos ciertos alimentos hasta que, al menos, tuviéramos dientes para masticarlos, ¿por qué ahora nos quieren convencer que son necesarios si miles de años hemos vivido sin ellos? me pregunto.


Ante la duda, hago caso del pediatra y de lo que me dicen los demás, no sea que me equivoque y le pase algo a mi niña. Eso lo saben bien las empresas de biberones y potitos y por eso manipulan a las madres y a los pediatras, que son personas de carne y hueso, tan sabios y manipulables como tú o como yo (que no digo yo que lo hagan a mala uva, eh, muchos dicen lo que de veras creen que es mejor pero, como tu madre o la mía, se pueden equivocar).

Yo he hecho caso a otros pediatras menos habituales pero igual de buenos que me decían que mi hija podía estar con leche materna hasta el año o más sin problemas. Probé, porque mi instinto me decía que lo de los dientes y lo de los niños rechazando la comida a los 6 meses no era normal.

Mi hija ha estado comiendo teta (y sigue) hasta que, ella misma, al tener dientes y hacerse mayor y escuchar a su cuerpo, ha empezado a comer otros alimentos. Es decir, ha empezado a comer otros alimentos cuando su cuerpo y su boca han estado preparados para recibir dicho alimento. Se ha saltado la farmacia y los potitos, la comida especial y las complicaciones. Como me dice mi madre: “así sí que es fácil criar a un hijo, tú no te has preocupado como nosotras en qué comida especial le hago a mi niño hoy, y triturárselo, etc”. Efectivamente, le he dado teta (y sigo, puede que me consideréis extremista pero creo que es lo más cómodo para las dos, lo más barato y lo más sano) hasta que, además, me ha pedido, con sus manitas regordetas y sus ojillos redondos coliflor; y garbanzos; y ahora, con su voz dulce “pitachio”.






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