lunes, 10 de enero de 2011

El respeto a tí mismo y a los demás

Cuando me cabreo, contra el primero que atento es contra mí mismo, porque me pongo de una mala leche... Vamos, que no soy feliz cabreada, ¿por qué decido cabrearme entonces? porque me han enseñado a cabrearme cuando pasa esto o lo otro, porque no lo acepto y, por eso, me cabreo.
Pero, ¿para qué cabrearse? si se puede solucionar, se soluciona y ya no me cabreo. Si no se puede, ¿de qué me sirve cabrearme?
Probablemente vimos que nuestra madre o padre se cabreaba ante ese tipo de cosas y decidimos que, si lo hacían papi y mami, que eran las personas más importantes del mundo, debía ser el comportamiento correcto y empecé a copiarlo hasta que ya no me daba cuenta de hacerlo.

Ya dicen en muchos estudios que cuando generas pensamientos negativos se crean muchas substancias chungas en tu organismo, es decir, atentas contra ti mismo en primer lugar.
Aunque eso ya lo sabíamos porque nadie es feliz estando cabreado.
Hay gente que se ha hecho dependiente de las susbtancias que generan los cabreos y por eso necesita estar todo el día cabreado, pero eso no le hace feliz.
Ante cualquier situación en la que vayamos a cabrearnos, elijamos: estar de mal humor o no estarlo; atentar contra mi propio cuerpo, alterarlo, y atentar ya de paso contra el de otros.
Aprendamos a respetarnos a nosotros y a los demás, incluidos los más débiles que no se defienden ante nuestra mala leche. Hablar mal a tus hijos es más importante de lo que pueda parecernos porque a ellos les llega a parecer normal, les acostumbramos a que les hablen mal y no se den cuenta. ¿No nos sorprenden adolescentes a los que su pareja o amistades les hablan fatal? Se han acostumbrado a que les hablen mal. Sus progenitores probablemente les hablaron mal y se suponen que les querían con lo que, si esta pareja me habla mal, lo mismo también me quiere...

En resumen, tratémosnos con amor, démosnos mucho amor y respeto. Si algo de lo que hago me pone de mala leche voy a repensarme por qué narices lo hago, porque siempre se puede hacer otra cosa. Quizá para la sociedad hacer eso sea lo correcto pero para mí no debe serlo si me siento mal.

Cuando uno se trata bien a sí mismo y se da amor del bueno, es mucho más fácil dárselo a los demás porque, como te sientes tan querido (aunque sea de primeras por tí mismo) estás todo el día de buen rollo y das más amor a los demás (fíjate que, cuanto más te quieres de verdad, más quieres a los demás, no se acaba nunca) y claro, si das amor del bueno, lo recibes multiplicado.

No seamos rácanos, demos amor y, si nos cuesta aún, demos sonrisas, a los demás y, por supuesto, a nosotros mismos y, al que no nos quiera, démosle una sonrisa aún más grande en vez de darle la llave que controla tus cabreos. Esa llave la vamos a tener nosotros y vamos a pensárnoslo de veras si quiero dejar de ser feliz y cabrearme cada vez que el cabreo llame a nuestra puerta trayendo un montón de razones más o menos estúpidas para que le abramos. Vamos a reírnos de él en vez de abrirle la próxima vez porque ya no me controla. Y, cada vez, la cesta donde guardaba esas razones nos parecerá más pequeña y casi estúpida.

No dejemos que nadie pueda hacernos infelices con sus actos y mucho menos con sus palabras. No se trata de que la gente deje de respetarnos y pueda decirnos lo que quiera sin que les monte un pollo. Es todo lo contrario. Es sonreír si alguien quiere que me cabree, reírme de que no lo consigue. Y no lo consigue porque, ante todo, me respeto a mí mismo y no quiero dejar de ser feliz por las palabras de otro. Ante seguirte el rollo y cabrearme y dejar de ser feliz, elijo justo lo contrario: seguir siendo feliz, reírme de tí y contigo. Me río de la parte de ti que ahora te domina y que quiere que ni tú ni yo seamos felices porque, al menos yo, ya no le sigo el rollo, y me río contigo para ayudarte a que tú tampoco te dejes llevar por esa parte cabreada.

Me puedes decir lo que quieras que, me respeto tanto, que elijo seguir siendo feliz y sonreír.

Esto último puede resultar más sencillo con un poquito de hoponopono (buscad por ahí lo que es).

Si te ha gustado esto que he escrito o te ha resonado por dentro un poquito es porque tu cuerpo está hasta las narices de no ser feliz y vivir enfadado. Para ayudarnos a no cabrearnos hay un libro excelente "Un mundo nuevo, ahora" de Eckhard Tolle.

Con mi mejor sonrisa, para el que le guste y para el que no.

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