viernes, 11 de febrero de 2011

¿Qué es amar?

¿Qué es amar? Desde luego, no es lo mismo que querer. Te amo si quiero que seas feliz, conmigo o sin mí. 

Te quiero es te quiero para mí, no para otros, y, a veces, a consta de tu felicidad. Si sólo te quiero y no te amo, preferiré que seas menos feliz a mi lado que muy feliz al lado de otro/s.
Si quiero un lápiz, lo quiero para mí, para tenerlo y que me un servicio. Si te quiero a ti, te quiero para mí, para que me des un servicio o cubras una necesidad que tengo (de que me quieran, de tener alguien con quien salir o que me ayude a tener niños, etc). 
Pero si te amo lo que más quiero es que seas feliz, junto a mí o no. Si yo me amo a mí mismo quiero hacerme feliz, si te amo a ti quiero que tú también seas feliz y si te hace más feliz estar en otro sitio o con otra persona, porque te amo, lo respeto. Quizá preferiría que estuvieras conmigo pero, como te amo, no te coarto ni te chantajeo con la culpa y te respeto que hagas lo que decidas en todo momento.

Pero amar no significa dar. Si te amo no tengo que darte lo que no quiero darte. Eso no me hace amarte menos.
Primero me tengo que amar y respetar a mí mismo y, si te doy algo que no quiero darte ya no me estoy respetando a mi mismo.
También hemos de plantearnos algo: ¿qué me hace más feliz, dártelo o no? porque si no quiero dártelo porque estoy cabreada y no dártelo significa seguir cabreada tampoco estoy escogiendo una buena opción. La tercera opción es la más común: quiero dártelo pero también quiero que tú, a cambio, me des otra cosa que, como veo que no me das me dan ganas de no darte. Pero no darte me causa casi más infelicidad que darte porque, en el fondo, me gustaría darte...

A mi hijo, le amo, y le amo igual si no le doy algo que él me pide y que yo no quiero darle. Si se lo doy será porque me siento obligada, como madre, como lo que sea, porque he crecido con esa obligación.
Te doy algo porque me hace feliz dártelo, así no habrá reproches ni te echaré en cara "lo que te he dado". Como lo he hecho porque me ha hecho feliz hacerlo, ha sido un bien para mí, no podré decirte que lo he hecho por tí: lo he hecho por mí, porque me hacía feliz. Si luego lo reprochas es que no te hacía feliz darlo entonces, ¿por qué lo diste? estabas yendo en contra de tu interior que no quería darlo pero, por convicciones sociales, por parecer bueno, etc, decidiste darlo y claro, como era una obligación, aunque fuera autoobligación, ya no se hace desde el gusto sino esperando una recompensa, un algo a cambio que, si no llega, tenemos frustración o rencor hacia el otro.

Hay que responsabilizarse de lo que hacemos y darnos cuenta si lo hacemos desde el amor o desde la obligación que genera resentimiento, rencor, etc hacia el otro cuando no nos devuelve lo que le hemos dado o de la manera que nosotros esperamos.
A veces damos para que nos quieran porque es lo que hemos aprendido de nuestros padres: "si no prestas tus juguetes los demás niños no te querrán" o, peor aún "si no prestas tus juguetes mamá se enfada y no te quiere".

Podemos dar desde la responsabilidad de que creemos de veras que debemos darlo y lo hacemos desde el amor; o desde la obligación, que nos causa que no seamos felices, ni ahora haciendo lo que no queremos, ni más tarde, porque nos genera resentimiento.

¡Cuántas madres se sienten obligadas a hacer muchas cosas y por eso no son felices haciéndolo y por eso echan en cara a los hijos o a los maridos lo que han hecho o como son tratadas ahora, etc...! Cuando nos sintamos obligados, replanteémoslo, hay cosas que son necesarias pero otras muchas nos las autoimponemos, nos lo impone la sociedad: si no haces esto o lo otro por tus hijos es que eres una mala madre, por ejemplo. Al revés, soy la mejor madre del mundo porque quiero ser lo más feliz posible y así transmitir esa felicidad a mi hijo/a en vez de transmitirle mi resentimiento.
¿O es que crees que el niño no capta si su mamá está contenta o está resentida? ¡¡Menuda diferencia!! No sé cómo era vuestra madre pero ¿qué hubierais preferido, que fuera una mujer que se pasea feliz por la vida o una resentida y presa de las obligaciones? pues vuestro hijo piensa lo mismo.

Mucho mejor hacer una cosa desde el amor que diez desde la obligación-resentimiento. Generarás más felicidad en ti mismo y a tu alrededor y enseñarás a tus hijos a respetarse a sí mismos como tú te respetas y a no dar cuando no quieren dar.

Por otro lado, cuanta más felicidad tengo, más lleno de amor estoy y más queremos dar y más amamos a los demás y más les permitimos ser felices, conmigo o sin mí.

Seamos pues lo más felices que podamos y así haremos más felices aún a los de nuestro alrededor. Quizá aquí surja otra pregunta ¿es egoísta el que busca su propia felicidad? De esto hablamos en otra entrada...

No hay comentarios: